Madhana Agulla es experto en la filosofía y la ciencia del yoga. Es fundador del centro de Yoga Sananda Internacional y uno de los fundadores de la Asociación Internacional de Profesores de Yoga Sananda (A.I.P.Y.S). Hoy os traemos la primera parte de una entrevista con este gran maestro. Esperamos que os guste.

Pregunta.- ¿Cómo conociste el yoga? ¿Cómo fue tu primer contacto con esta disciplina?

Respuesta.-Existe incertidumbre con respecto a nuestra vida, se manifiesta de una forma u otra el deseo de obtener respuestas ante el misterio de la existencia, las preguntas surgen en la mente de manera continua, como un oleaje que perturba la paz que se busca, al igual que interminables preguntas que anidan en nuestra psique: ¡Cómo aparecemos en el mundo y por qué? Perseguimos la felicidad y siempre se desvanece: sufrimos, buscamos respuestas para apaciguar el dolor; nacer y morir, ¿a qué se debe todo esto? Con estas y otras innumerables dudas y preguntas, comienza en mí, la indagación o la aventura de desentrañar el secreto significado del vivir: ahí comienza el yoga, ahí comienza mi peregrinaje yóguico.

A una edad temprana hay una influencia hacia la fascinación por Oriente, escuchando a mi abuelo relatar vivencias de sus viajes que más adelante se materializa en Inglaterra. Con el tiempo, fue tomando cuerpo lo que Tagore decía: “Occidente es abrir los ojos al exterior, Oriente, cerrarlos para adentrarse en lo Profundo”. Creo que es una magnífica combinación, enriquecerse con lo externo e interno.

Madhana y Swami Vishnu Devananda

P.- ¿Te planteaste al comenzar con el yoga que llegarías donde estás hoy?
R.-
Vivir es estar volcado en un continuo aprendizaje, algo como escalar una montaña que no se finaliza hasta llegar a la cumbre. En esta geografía del yoga, haría referencia a esa famosa frase del Katha Upanisad: “Es más fácil caminar por el filo de la navaja que descubrir la esencia de Brahman”. No creo en metas finitas y limitadas. Quizás exista una especie de nostalgia del Absoluto, como lo decía el gran erudito George Steiner, que te envuelve mediante el desasosiego hasta que éste cese en un posible estado de plenitud.

P.- Según tu experiencia, ¿por qué comienza a practicar yoga la gente?

R.-Los motivos son innumerables ya que cada individuo es una especie de célula, que al igual que entre los trillones de células de los que el cuerpo humano está compuesto, cada una tiene sus características y comportamiento. Fundamentalmente diría que para sentirse bien en sus mecanismos piscofisicos, buscando estabilidad emocional y salud integral. Hay una contada minoría que se convierte en un buscador de lo Profundo y pienso que el/la Bhagavad Gita lo cita claramente: “De los mil que me buscan, solamente uno continua el camino; de los mil que continúan, solamente uno llega a conocerme. Sabe muy bien, oh Arjuna cuan difícil es el camino hacia la Liberación”.

P.- ¿Qué aporta el yoga que no aporten otras disciplinas tanto físicas como espirituales?

R.-Primero convertir a nuestra mente en el mejor de los amigos ya que a través de la angustia, miedos, depresión, desasosiego, preocupaciones, irritación, prisas, negatividad y otros tantos elementos, se convierte en un ladrón que nos roba la calma. Entendiendo el comportamiento de la mente mediante la meditación, salimos de cierta oscuridad hacia una mayor lucidez y claridad y tomamos la vida como una oportunidad de crecer y evolucionar, en vez de optar por lo inmediato, lo pasajero, lo efímero que nos empuja de manera desenfrenada a ser presa de los deseos que nunca cesan. Hay que buscar deseos con calidad y el yoga los proporciona. En cuanto a las disciplinas físicas, no hay más que observar los millones de practicantes de Asanas, o bien acompañados de otros elementos del Hatha yoga, para darse cuenta de los enormes beneficios que generan en todo el organismo y que, por otro lado, las técnicas del yoga son estudiadas y analizadas por su efectividad en el campo de la ciencia, medicina, psicología y neurociencia. En otras palabras, goza de una gran aceptación tanto social como médica.

En la casa natal de Swami Sivananda en Pattamadai, India del Sur

P.- ¿Qué es el yoga para ti?

R.-Un sistema integral de educación, tanto para el cuerpo, la mente y el espíritu.

P.- ¿Cómo lo definirías para alguien que no sabe lo que es?
R.-
Indicaría que es un sistema que le ayudaría a adentrarse en ese bosque enmarañado de pensamientos que configuran su mente con el fin de llegar a descubrirse y a valorar el enorme potencial que posee, para despertar a un estado de mayor equilibrio y armonía del que el ser humano está necesitado, ya que uno conoce mucho sobre arquitectura, literatura,medicina o cualquier otra rama del saber y, sin embargo, es desconocedor de lo que le hace humano: su propia mente.

Asimismo, integraría en esa explicación la necesidad de otros componentes para sentirse bien, tal como el yoga indica: dieta saludable, un ejercicio inteligente y global, que son las prácticas de asanas de los muchos sistemas de yoga que existen, técnicas de respiración, relajación profunda y una mente positiva que aprenda a discernir, seleccionar lo que es beneficioso en la vida, compartir, y buscar la dicha combinando la vida cotidiana con el crecimiento interior.

P.- ¿Cuáles son tus fuentes de inspiración para dar clases y para tu vida como yogui?
R.-
La enseñanza de distintos maestros y corrientes tanto filosóficas como métodos de Hatha yoga, compuestos por una gran variedad de sistemas basados en un yoga original que procura impulsar y despertar todo el potencial contenido en el ser humano, hasta prácticas de Ashtanga, Vinyasa, Iyengar, Yogaterapia, Yin yoga, Power yoga, Anusara, Kalari yoga. No faltan métodos de meditación y acercamiento al yoga tradicional, Raja Yoga y poder así aunar cuerpo y mente, sin obviar la inclusión de la riqueza contenida en algo tan descuidado como son las técnicas de Pranayama. En cuanto a lo personal estoy abierto a todo tipo de enseñanzas sin dogmatismos y adentrándome en los territorios de la filosofía, neurociencia, religiones comparadas y la literatura. Evidentemente bebo de las enseñanzas de grandes maestros y de las prácticas yóguicas.

P.- ¿Cómo dirías que ha evolucionado tu relación con el yoga a lo largo de los años? ¿Cómo ves esta relación en el futuro?
R.-
Seleccionando con el máximo discernimiento la riqueza inconmensurable del yoga y distanciándome de la superficialidad que observo en estos tiempos, donde la práctica y enseñanza del yoga se ha convertido en algo monocromático, es decir, solo asanas. Al contrario que otros compañeros en el camino, siento afianzarme en la medida que ciertas experiencias te hacen sentir una mayor amplitud de miras y, por poner un ejemplo más clarificador, podría servirme de aquella historia que Swami Vivekananda contaba: “Una rana vivía en su pozo felizmente y consideraba que era todo lo que existía hasta que un buen día una rana que provenía del océano cae en el pozo y le hace ver a la rana que allí habitaba que existe algo más allá de su experiencia personal y subjetiva. Un Océano profundo que va más allá del yo. Otro nivel de conciencia”.

P.- ¿Qué buscas o qué objetivo tienes practicando yoga?
R.-
Cada quien tiene objetivos diversos. Ananda o dicha, fundamentalmente mientras se transita por la vida, intentando hacerlo con la mayor inteligencia y, procurando aceptar lo que ocurre, compartiendo lo que nos es posible con los demás, ya que todos estamos en el mundo aunque de manera diferente. Armonía, paz, salud…, lo que cualquier ser humano.

P.- ¿Cómo integras el yoga en tu día a día?
R.-
La actitud que intento cultivar: creo que las enseñanzas de Swami Sivananda lo definen en pocas y sabias palabras: “sirve, ama, da, purifícate, medita, realízate”. Todo ello contiene las enseñanzas de los diferentes yogas. Es es el esfuerzo a realizar.

En el Río Ganges, Rishikesh, India