Uno no puede estar más de acuerdo que todo lo que se haga en contribuir
al bienestar de la sociedad tiene una acogida favorable, pero también es cierto que sabemos diferenciar cuando se enarbolan banderas en nombre de la ciencia, se construye una especie de “religión de la verdad” que destierra o, deja al margen otras formas de pensar, las cuales son ignoradas o bien rechazadas.
Todo esto viene a colación debido al pensamiento reduccionista e incluso dogmático que parecen tener los gobernantes responsables del ministerio de Ciencia, quienes se arrogan el derecho a descalificar de manera generalizad terapias alternativas que despectivamente califican como pseudociencias.
Deciden desconsiderar y borrar de un plumazo, métodos, técnicas, sistemas, filosofías y ciencias que atesoran gran conocimiento y sabiduría y cuyos resultados beneficiosos están más que constatados, incluso en revistas científicas que más adelante mencionamos.
De ninguna manera es admisible que incluyan en un mismo “paquete” a tantos modelos de bienestar y salud psicofísica ampliamente demostrados, con otras “terapias” que obviamente no representan lo genuino y veraz, que puede servirse de la ingenuidad de muchas personas que desafortunadamente caen en las redes de sus engaños. A éstos, que – no se olviden Vds., – se encuentran en todos los ámbitos de nuestra sociedad, pueden sin lugar a dudas actuar con el fin salvaguardar el buen nombre de los serios y bien preparados profesionales que cumplen con rigor y seriedad lo que enseñan y practican en lo que se da por denominar terapias alternativas.
No podemos permanecer impasibles ante el clima de incertidumbre y sospecha que han originado y, en esa mezcla extraña, carente de toda racionalidad y lógica, han contribuido a la ceremonia de la confusión entre los ciudadanos.
No son garantes de la “Suprema Verdad” ni de “la religión de la imposición”, ni mucho menos de la prohibición desmedida en nombre de un saber que no se reduce a lo que Vds., pueden considerar único, sino que tienen la responsabilidad de tomar decisiones inteligentes sin causar daño por doquier y, tener la capacidad e inteligencia de comunicarse con estos “grupos de descastados” para que les hagan saber lo que hacen, y que estamos seguros quedarían ustedes asombrados.
Que sepan quienes les orientan, que entre los integrantes y profesionales que se dedican a estos menesteres en el territorio del amplio y beneficioso saber de estas terapias, existe más que suficiente credibilidad, integridad, rigor, verosimilitud, profesionalidad, preparación y respeto, como puede existir asimismo, en cualquiera de los otros colectivos de nuestra sociedad.
Quiero por lo tanto ahora, dirigirme al responsable del ministerio con el debido respeto y consideración:
Sr ministro: vuela Vd. tan alto que todavía se encuentra en el espacio exterior y no ha aterrizado. En todas las profesiones existen intrusos, ignorantes y aprovechados, lo cual no significa que no existan terapias, grupos, maestros, intelectuales y un largo etc. que desarrollen una extraordinaria labor en favor del bienestar y conocimiento humano, lo cual no es monopolio ni patrimonio de políticos como Vd., y quienes le marcan las directrices a seguir.
Si han sido criticados por sus posiciones grandes luminarias – por mencionar algunos – Galileo, Copernico, Ramon y Cajal, Madam Curie, Rita Montalcini, Einstein y así de forma interminable, viene con acusaciones absurdas al meter en el mismo saco y a generar confusión cuando se refiere que se reniega de la medicina y sus médicos. Nadie en su sano juicio hace tal cosa y no puede Vd. apoyarse en esos juicios de valor – que todos condenamos – pero que para nada representan a miles de profesionales de múltiples ciencias que son rigurosos en sus profesiones. Entonces, cuando se habla de política y políticos diciendo que son corruptos, ¿acaso nos referimos a todos sin excepción o solamente aquellos que no cumplen con ética y dignidad sus funciones?
Si toda la clase política es de esa manera, hagamos pues nosotros un decreto ley que les prohíba ejercer y no vivir así con una visión reduccionista y sectaria que parece más propia de la Inquisición que de los tiempos actuales. Obviamente hay quien se ampara en las denominadas Medicinas alternativas que no tienen ni conocimiento ni preparación y solo desean la explotación del prójimo para poder lucrarse y beneficiarse. A estos que la ley tome las decisiones y castigo que les corresponda.
Si el Instituto Nacional de la Salud en EE.UU, así como en Gran Bretaña, prestigiosas universidades y Centros de reconocimiento mundial, aceptan, enseñan, practican e imparten Cursos sobre todo lo que Vd. ataca, es algo como decir que sólo el agua del Vaticano sacia la sed o bien decir que Dios es cristiano. En las Cruzadas se perseguían a los “infieles” , ahora Vds. persiguen a quienes tienen tanto conocimiento o más que todos los cerebros de censores como Vd. puestos juntos.
La clínica Mayo, departamentos de las Universidades de Harvard, Yale, Stanford, UCLA, SUNY, Oxford, Cambridge, Duke y un larguísimo etc, las siguientes a distintas revistas científicas de la categoría de Nature, Science, Scientific American o New England Journal of Medicine, tienen en cuenta los beneficios de muchos de los sistemas que Vds.quieren defenestrar y enseñan muchas de lo que Vd. denomina como pseodociencias. ¿Por qué no les escribe ya de paso y les dice lo mismo que a todos nosotros?
No confunda a los que puedan engañar con los que son serios y mayoría en este campo. Seguro que si le vemos llevar a cabo una dieta vegana, vegetariana, practicar acupuntura, Taichi, Yoga, Meditación, Mindfulness, masaje tailandés o cualquier otra práctica reconocida universalmente por sus enormes beneficios psicofísicos, estoy seguro que su mente ganará en lucidez, claridad y armonía. Venga a vernos y comprobará cómo su vida cambia al entrar en un “nirvana” que como sus compañeros de viaje, desconoce. Ah, ¡no se le ocurra prohibir el programa de Iker Jiménez! Al menos nos hace salir del mundo que Vds, tratan de crear. Que tenga Vd. buen vuelo Sr. Ministro, y cuando vuelva a la tierra, ¡llámenos!’
Deja una respuesta